Un sector que siempre muestra disposición para luchar por sus intereses reivindicativos es la clase obrera y sus organismos sindicales. Realiza innumerables plantones, paros y huelgas y muchas veces se convierten en importantes focos de lucha combativa. Sin embargo, pese a su combatividad y hasta heroísmo, no llegan a lograr sus objetivos ni a convertirse en la respuesta que necesitamos para detener la ola de ataques patronales y las políticas de ajuste que el gobierno impone.
Esto es así porque la mayoría de dichas acciones se desarrollan de forma ai
slada y con sindicatos cada vez minoritarios, y enfocadas en la lucha cada uno por sus pliegos, llegando incluso algunas a huelgas largas que desgastan a trabajadores y los dejan vulnerables ante las represalias que luego desata la patronal. De esta forma, las luchas en lugar de representar una acumulación y fortalecimiento de la consciencia y organizaciones de los trabajadores, conducen a su debilitamiento.
De este modo, fragmentado y debilitado pese a que lucha, la clase obrera organizada queda presa en un círculo de retroceso y lucha salarial, quedando al margen de la comprensión de que su problema es político y tiene que ver con las políticas del Estado y la CONFIEP.
Así no interviene en el escenario político nacional de crisis, donde debemos engancharnos con nuestra movilización y métodos combativos de lucha, para imponer, junto a las demandas populares, la solución a la agenda obrera.
De aquí que cuestionemos a la política de la dirigencia de la CGTP y de otras como la FETRIMAP, que se muestra dinámica, pero que mantienen a la clase obrera controlada, encasillada y despolitizada, y alejada de las grandes luchas que se realizan en el país, como la última contra el gobierno de Boluarte, cerrando la posibilidad de que la clase obrera se convierta en un actor y solución de las luchas populares.
Esto sucede así porque dichas direcciones tienen como eje estratégico la conciliación con la patronal y no la lucha intransigente contra ella. Es parte de su política basada en la idea de que es posible “reformar” el sistema capitalista de explotación y ponerle un rostro humano. Coherente con esto, dicen, el medio para lograrlo son los diálogos, las negociaciones con la patronal y la intervención en las elecciones, donde esperan alcanzar el gobierno o cupos en el parlamento, y a estos objetivos supedita todas las acciones de los trabajadores.
Por ejemplo, la FETRIMAP y la Sociedad Nacional de Industria (SNI) organizaron el 6 de marzo el foro llamado «Hacia un Código Procesal Laboral en el Perú». Su objetivo era “consensuar” con la patronal un “proceso judicial justo”, engañando a los trabajadores de que es posible que haya juicio justo bajo el sistema burgués.
En resumen, el problema de la clase trabajadora no es que no lucha, sino es la política y métodos de su dirección mayoritaria.
Por una nueva dirección que organice y una la lucha
Fortalecer al movimiento obrero conlleva a dotarla de nuevas direcciones realmente clasistas y combativas y desplazar a la vieja encasillada en la central desde hace 80 años.
Para que cambiemos la correlación de fuerzas a nuestro favor en la lucha antipatronal, es vital que cada lucha sindical se convierta en una oportunidad para fortalecer la conciencia y la organización de los trabajadores y su avance hacia una acción unida y centralizada. Esto solo se puede hacerla con una dirección política independiente que vea los problemas obreros como políticos, y tenga una estrategia de construir una dirección verdaderamente de clase. Al calor de esta lucha los dirigentes destacados y combativos deben hacer parte de la construcción de esta nueva dirección, con un programa que levante las principales demandas del pueblo, como el fuera Boluarte y el congreso y convocatoria a una Nueva Asamblea Constituyente, y con una perspectiva de salida independiente ante la crisis nacional. En esta tarea el PST compromete todo su esfuerzo.