Escribe Federico Romero
Eleonor Marx fue la hija menor de Karl Marx, el creador del socialismo científico. Su nombre resurge cada año que celebramos en las calles el Día Internacional de la Mujer, y específicamente de la mujer trabajadora, porque se trató de la figura pionera que planteó el problema de la mujer como un tema ligado a la lucha por el socialismo.
Jenny, Laura y Eleanor, las hijas de Marx comprometieron sus vidas con las ideas de su padre en la lucha contra el capitalismo y por el socialismo. Pero fue Eleanor la que llevó esa batalla al terreno teórico y práctico de la liberación de la mujer, convirtiéndose en la primera y mayor figura histórica del feminismo marxista.
Marx descubrió el origen de la desigualdad social y de las clases en la propiedad privada de los medios de producción, y por ello planteó que bajo el capitalismo la única forma de alcanzar la igualdad y, por tanto, sentar las bases de la libertad y la felicidad humanas era aboliendo esa propiedad mediante una revolución socialista. Esa revolución sólo podía y puede ser realizada por los oprimidos y explotados, esto es por la clase trabajadora. Siglo y medio después de lucha feminista, la mujer ha alcanzado conquistas y derechos, pero no su liberación. Más bien el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre de 1917, con los derechos que otorgó a la mujer, demostró que esa liberación solo se puede alcanzar por el camino de la revolución socialista, esto es, liquidando la gran propiedad.

Eleanor, al igual que sus hermanas, aprendió esta definición fundamental en el calor del hogar familiar mientras jugaban con el Moro (apelativo de su padre Karl) y mientras sentían las necesidades más vitales de una familia pobre de la época; pobre no porque Marx tuviera ese origen o no pudiera procurarse el sustento, sino por su férrea determinación de dedicar su vida a luchar contra el capitalismo y no a convertirse en una pieza más de su sistema de explotación. Eleanor dedicó su juventud y gran parte de su vida madura hasta la muerte de Marx, a ayudar al padre en sus investigaciones, en las traducciones y en diversos trabajos, discutiendo y compartiendo sus ideas, forjando en ese entorno su propia comprensión de las ideas marxistas.
Además, después de la muerte de su padre (1983, cuando ella tenía 25 años), Eleanor siguió aprendiendo al lado de Federico Engels, el compañero de Marx, autor de muchos otros trabajos clásicos del marxismo, y en particular El Origen de la Familia, el Estado y la Propiedad Privada, que es una obra monumental del materialismo histórico que también brinda una explicación fundamental al problema de la mujer. Engels le sobrevivió a Marx 13 años y al lado de él Eleanor siguió aprendiendo y madurando.
En una época donde la educación de las mujeres se limitada a prepararlas para ser esposas y responsables del hogar, y en la que las mismas oportunidades de educación profesional les eran absolutamente restringidas, Eleanor forjó su educación marxista y su rebeldía, así como su amor por el arte y la cultura, en este ambiente de casa, en el entorno intelectual de Marx y Engels, leyendo y recitando a Shakespeare como a Rousseau o a David Ricardo, hablando y escribiendo en distintos idiomas, discutiendo con ellos y tratando también con luchadores obreros, muchos de ellos inmigrantes provenientes de toda Europa que llegaban a la casa de Marx ubicado en un barrio pobre de Londres, en busca de sus ideas o por trabajos de organización del movimiento revolucionario. Así se formaría como revolucionaria.
Pero Eleanor poseía una cualidad excepcional: había heredado el genio de su padre. Llegó a escribir varios libros, como la primera biografía de su padre y una infinidad de artículos sobre diversos temas. Dominaba varios idiomas he hizo traducciones de obras conocidas, entre ellas de El Capital, la obra cumbre de Marx. Era versada en arte y como tal realizó presentaciones escenográficas. Y escribió La Cuestión de la Mujer, en cuya obra expone la visión marxista sobre el tema de la opresión de la mujer, sobre el amor y otros temas relacionados; una obra que es referencia obligada y punto de partida de todo marxista, como lo es el Manifiesto Comunista en el plano más general.
Hasta entonces, el problema de la mujer había sido planteado de manera pionera por Mary Wollstonecraft (1759-1797), una escritora que formaba parte de la aristocracia británica, como un problema de educación. Enfrentando a los ideólogos y enciclopedistas de entonces que sostenían que las mujeres por naturaleza eran “inferiores” a los hombres, Wollstonecraft sostuvo que era un tema de la falta de igualdad de oportunidades en educación; y que resolviendo este tema se resolvía el problema de la mujer.
En la misma época, Olympe Gauge, escritora y filósofa francesa, era conocida por su defensa de la igualdad entre el hombre y la mujer en el voto y en todos los aspectos de la vida. Abrazó la causa de la Revolución Francesa, para la que escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía calcada sobre la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual afirmaba la igualdad de los derechos de ambos sexos.
Otros sectores, en su mayoría también miembros de las clases medidas y de las clases acomodadas, se enfocarían en la lucha contra la desigualdad luchando por los derechos de las mujeres, como el derecho al voto, que dieron lugar a diversos movimientos como la de los sufragistas, movimiento que se extendería desde finales del siglo XIX hasta la conquista del voto femenino en Inglaterra en 1918, hasta un año después del triunfo de la Revolución Rusa (1917).
Eleanor Marx plantearía el problema de la mujer en sus verdaderos fundamentos: el problema no solo era de desigualdad sino de clase, viendo el problema de la mujer como un problema principalmente de la mujer trabajadora. «No soy, por supuesto, como socialista, una representante de los «Derechos de la mujer»… La cuestión llamada “Derechos de la mujer ‘ (que parece ser la única que entiende) es una idea burguesa. Lo que propongo es plantear la cuestión del sexo desde el punto de vista de la clase obrera y la lucha de clases”. [i]
Es significa, que el problema de la mujer tiene que ver con “las estructuras económicas” dominantes, y “como todo en nuestra compleja sociedad moderna, la cuestión de la mujer descansa sobre los datos económicos.” [ii]
En su trabajo citado [iii]se extenderá sobre este tema. Ahí dice, en muchos casos se ve “que las mujeres se encuentran en un estado lamentable y desean que se haga algo por mejorar su situación. Se agitan por un objetivo perfectamente justo, por el sufragio femenino; … por la educación superior de las mujeres…” En toda esta agitación, completamente justa, dice, sobresalen tres cosas: 1) Los interesados en estos temas pertenecen por regla general, a las clases acomodadas. 2) Todas estas ideas de esas mujeres de “vanguardia”, se basan ya sea en la propiedad, ya sea en cuestiones sentimentales o profesionales; pero ninguna va a los fundamentos económicos de la sociedad. 3) Se desprende de la anterior, que “aquellos no hacen ninguna propuesta que salga de la sociedad de hoy día.”
¿Cuál es la posición marxista? Dice ella: “Nosotros apoyaremos el derecho de voto para todas las mujeres, …, el acceso de los dos sexos a todas las profesiones,… No negaremos en absoluto que una vez se haya alcanzado parte de estas reivindicaciones, la vía se verá “despejada para el cambio radical que debe llegar”. Esto es, el socialismo. “Sin esa transformación social, las mujeres jamás serán libres…”
Y, por último, el complemento de dicha definición: “Las clases oprimidas, tanto las mujeres como los productores directos, deben comprender que su emancipación vendrá de ellos mismos, de su propia acción.”
Estas ideas fundamentales, que hacen a la esencia de la comprensión marxista y del programa revolucionario sobre la cuestión de la mujer, fueron desarrolladas por Eleanor. Pero ella, como su mismo padre, no sólo profesó ideas sino las llevó a la acción corroborando su validez en la práctica.
Eleanor fue una incansable agitadora, organizadora y propagandista del socialismo marxista en el seno de la clase obrera en Gran Bretaña, Europa y EEUU. Ella ayudó a organizar una intensa huelga en Silvertown. En represalia, los dueños de la fábrica desalojaron a las familias de los alojamientos que tenían concedidos y derrotaron la huelga. Pero Eleonor logró un triunfo: creó un sindicato de mujeres trabajadoras, “que fue pieza clave en la historia del movimiento obrero británico y del feminismo en el lugar de trabajo.” [iv]
En otra huelga en la factoría Crosse Blacwell, donde la comida caliente dependía de las peladoras de cebollas que trabajaban durante 14 horas al día, Eleanor organizó a esas mujeres y ganaron.
Con el mismo espíritu y el mismo mensaje, dirigiéndose a una multitud de más de 100 mil personas en el Hyde Park en apoyo a la huelga portuaria, el 1 de Mayo de 1889, Eleanor afirmó: “Los socialistas creen que la jornada de ocho horas es el primer paso a dar y el más inmediato, pero nuestro objetivo es un futuro en el que ya no haya una clase que sostiene a otras…” [v] La huelga de los estibadores ganó. Y el recién fundado sindicato se convertiría después en uno de los más poderosos del Reino Unido.
Esa fue Eleanor, nada menos que la hija de un gigante como fue su padre. Lamentablemente tuvo un triste final. A los 43 años, cuando todavía tenía mucho para aportar a la causa, murió, aparentemente quitándose la vida por una decepción amorosa.
[i] Citada en: La vida de Eleonor Marx, madre del feminismo socialista. Rachel Holmes, Jeanette Winterson. 15.06.2014. www.sinpermiso.info. Rachel Holmes es autora del libro Elanor Marx: Una vida. Una película llamada Miss Marx, se basa en este libro. Se puee ubicar en: https://www.youtube.com/watch?v=Y7DdgP0SQjo
[ii] Obra citada
[iii] La Cuestión de la Mujer. Edwar y Eleonor Marx Aveling, 1986. https://www.marxists.org/espanol/marx-eleanor/1886/1886-cuestionmujer-eleanormarxaveling.pdf
[iv] Obra citada
[v] O.c.