La lucha contra los despidos en Celima ingresa a su fase decisiva

Después de fracasar en su primer intento, la patronal de Celima ha iniciado un nuevo proceso de cese colectivo, esta vez contra 119 trabajadores. El acto muestra no solo su decisión de llevar hasta el fin su plan de despidos, sino una determinación de clase que busca derrotar a una de las organizaciones sindicales más combativas del país, y que simboliza la resistencia que desatan el reaccionario gobierno de Boluarte y los empresarios. Motivados por una comprensión también de clase ante lo que se enfrentan e interpretan como un abuso sin precedentes, la determinación de los obreros también es pelear hasta el fin. Pero en esta lucha, profundamente desigual en la que se encuentran casi solos, el resultado final no dependerá de ellos, sino del apoyo efectivo que le brinde el resto de la clase trabajadora a través de sus matrices sindicales. Es la hora de la unidad y lucha al lado de estos combativos trabajadores, para garantizar su victoria y anotarle un triunfo a la lucha obrera y del pueblo pobre.

Un primer triunfo

Tres meses de lucha de los obreros de Celima dieron como resultado positivo que la autoridad de Trabajo desestimara en tres resoluciones sucesivas la solicitud de la empresa de iniciar un proceso de cese colectivo contra 216 trabajadores, y ordenó su reincorporación inmediata y el pago de los salarios devengados.

La resolución destaca que la empresa obvió una serie de pasos establecidos en la norma, entre ellos una debida consulta a los afectados, desnudando su actitud arbitraria y prepotente al momento de decidir el despido de ese grupo de trabajadores. Sin embargo, la resolución no se pronuncia sobre el contenido de la solicitud: el cese colectivo, por lo que la empresa quedó expedita para iniciar un nuevo proceso, esta vez contra 119 trabajadores, donde incluye a los mismos de la primera lista, restando a los que en el camino ya renunciaron.

Así, los obreros de Celima ganaron una primera batalla, pero su guerra contra los despidos y la prepotencia patronal continúa firme como el primer día. Lograron este primer paso en un tiempo más breve que otros procesos, debido a su presión con constantes movilizaciones y gracias a la solidaridad y apoyo que recibieron, incluso desde el exterior. Su lucha sigue en pie porque la ley que faculta los ceses colectivos brinda a las empresas la posibilidad de presentar cuantas veces quiera dicha solicitud. De ahí también su justa demanda de fondo, de unir a la clase obrera para poner fin a este abuso.

Solo mientras en Celima se desarrollaba este conflicto, DP World Perú, la multinacional que administra el puerto del Callao, y Ransa, otra multinacional del poderoso Grupo Romero, plantearon el cese colectivo de varios cientos de trabajadores de sus respectivas firmas. Esto muestra que ahora ningún trabajador puede sentirse seguro en su empleo. Cuando el cese colectivo se empezó a aplicar en 2018 los afectados eran pequeñas y medianas empresas, realmente en problemas, tanto que algunas de ellas al poco tiempo terminaron cerrando (Cogorno, BSH). Luego de la pandemia los ceses se extendieron a empresas de todos los tamaños, como ahora a multinacionales, y aunque algunas de ellas no logran la aprobación de la autoridad, la misma medida y el tedioso y largo proceso que deben seguir los trabajadores llevan a muchos de ellos a aceptar la renuncia a su reclamo a cambio de un incentivo económico, permitiendo así que los despidos se consumen.

El nuevo proceso de cese

Celima es una corporación y no escapa a las dificultades que enfrentan todas las empresas en la actual situación de estancamiento económico, pero no está en crisis y lo que hace es un uso abusivo de la norma para justificar los despidos, por las buenas (con el visto bueno de la autoridad) o por las malas, comprando renuncias, y hasta puede judicializar su demanda. Como toda norma, la que establece los ceses colectivos contiene disposiciones generales que permiten cualquier interpretación a favor de los empresarios o de los trabajadores, de tal modo que en este proceso se produce una negociación. Como por lo general no hay acuerdo la autoridad resuelve en diversas instancias. Muchas veces resoluciones favorables a los trabajadores resultan volteadas en la última instancia en favor de la patronal. Se trata de resoluciones con cargas políticas, por ello, en última instancia, dependen de la presión que se realice en este terreno.

La empresa inicia el nuevo proceso de cese con el mismo tufo prepotente del primer día. No cumplió con reponer a los trabajadores en sus respectivos lugares de trabajo y no ha efectuado el pago de los salarios devengados, ordenados por la autoridad. Juegan a desgastar y quebrar la voluntad de los trabajadores. Solo para los efectos de realizar su trámite otorgó una licencia pagada a los despedidos y al mismo tiempo les entregó las nuevas cartas de ceses adjuntado una “sustentación” y un programa de reuniones de “negociación”. Como era de esperar, en estas reuniones formales, la representación patronal no ofrece ninguna salida para preservar el vínculo laboral, ni siquiera el fuero sindical (ha vuelto a incluir a todos los dirigentes en la solicitud de despido). Ofrece lo que siempre ha ofrecido: un incentivo para el retiro voluntario de los trabajadores implicados, lo que estos rechazan en defensa de sus puestos de trabajo.

Cumplidas estas formalidades la patronal presentará su nueva solicitud en la tercera semana de noviembre, y una vez revisada por la autoridad, y si no existen nuevas observaciones, la dará por admitida e iniciará la evaluación del cese. En esta fase se considera la presentación de sustentaciones y descargos, la “negociación” de alternativas de solución, y como no habrá acuerdo, al final la autoridad se pronunciará aceptando o no la totalidad o parte de los ceses planteados. Aun esta decisión seguirá el camio de nuevas apelaciones, hasta una última instancia. Todo esto puede durar por lo menos tres meses más. Peor aún: si no es favorable a la patronal, su prepotencia la puede llevar a la opción de judicializarla, lo que significa al menos 5 o 6 años.  

De este modo la lucha de los obreros de Celima ingresa a una fase decisiva. En ella la sustentación de la empresa como la de los trabajadores será crucial para el resultado final. Pero sobre todo será decisiva la lucha que desplieguen y, sobre todo, la solidaridad que puedan movilizar en favor de su causa, hasta derrotar el brutal ataque patronal.

La defensa del trabajo hoy

¿Qué está en juego aquí? Es claro que está en juego la defensa del derecho más preciado y básico que tiene un trabajador en una sociedad capitalista: el trabajo. Parece contradictorio porque en general esos mismos trabajadores denuncian la explotación y los abusos, ante lo cual muchos sectores, desde “emprendedores” y pequeñoburgueses y hasta cuentapropistas pobres les respondes diciendo: “búsquense otro trabajo”, e incluso justifican los despidos “porque la empresa tiene problemas”.

En la nueva realidad de América Latina y sobre todo en el Perú donde más del 80% de la población trabaja y vive en la informalidad, el trabajo formal y dependiente ha devenido en el privilegio de una minoría, y con ella se ha debilitado la identidad de clase y la consciencia del derecho que se tiene, bajo la actual sociedad capitalista, de un trabajo estable, digno y bien remunerado para todos. El capitalismo en su actual etapa de degradación no es capaz ni de garantizar la explotación de la clase obrera y la empuja a la barbarie. Desclasar a un trabajador es sumirlo en el abandono, mientras es embutido con la falsa consciencia de emprender pensando en hacerse rico algún día, lo que solo sucede en los cuentos. Por ello la defensa del derecho al trabajo siendo vital es también difícil, muchas veces es una batalla con los mismos trabajadores.

Las leyes y las normas reconocen el derecho al trabajo como reconocen el derecho a la educación, la salud y otros que no se cumplen o son vulnerados todo el tiempo. La Constitución del Estado, aún el aprobado por el régimen de Fujimori que recortó derechos fundamentales de los trabajadores, establece que el trabajo es un “derecho” porque “es base del bienestar y un medio de realización de la persona”, (Art. 22), y que, “en sus diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del Estado…” (Art. 23). Por eso, en defensa de estos derechos se desatan luchas y en el mundo hasta revoluciones. 

Dejar en la calle a 119 trabajadores de quienes dependen familias enteras, muchos con padres dependientes de ellos, con numerosos hijos en edad escolar y/o en estudios superiores, con deudas contraídas a cuenta de sus futuros ingresos, en su mayoría compuesto por trabajadores que cuentan entre 20 y 30 años de servicios en la misma empresa, esto es que han hecho su vida en torno a ella; es un tema humano por donde se le mire, tiene un costo social invaluable que no puede ser sometido a negociación alguna como a la evaluación del “estado de pérdidas y ganancias” de la empresa. Y cuando son despedidos producen daños irreparables sobre sus vidas. Esto es lo que el despido significa para un trabajador.

Visto desde otro punto de vista, si esos trabajadores y todos los demás fueran capacitados y tuvieran un trato digno y mejor remunerado, la empresa podría hasta ganarlos a que contribuyan a hacer más eficiente y productiva sus actividades. Pero no: aquí se trata de aplicar el capitalismo salvaje. Aquí se trata de priorizar la ganancia sobre un derecho humano. Por eso luchan los obreros de Celima, incluso con sus mujeres e hijos.

Su lucha es un grito a la clase obrera a defender los puestos de trabajo, en una época donde los despidos se han naturalizado vía los cierres de fábricas, las reconversiones o simplemente por las políticas patronales que intentan imponer formas de trabajo esclavizantes en su voracidad competitiva por las ganancias. Por eso es una lucha que debería comprender a toda la clase trabajadora. Y desde una perspectiva social, es una batalla por la misma supervivencia de la clase obrera como clase, del único sujeto social que, al ser contrapuesto al capitalismo, puede liderar la lucha por derrotarlo y construir un mundo nuevo.

Las falsas razones e inconsistencias de la empresa para justificar los despidos

Aun cuando cualquier despido representa un abuso contra el derecho básico al trabajo, la patronal de Celima no muestra un solo argumento sólido que sustente o justifique su solicitud de cese o la desvinculación laboral de los 119 trabajadores que ha incluido en este nuevo proceso.

En el informe pericial pagado por la misma Celima para justificar los despidos, se arguye las siguientes razones:

“1. Obsolescencia Tecnológica: La maquinaria de CELIMA 1 tiene más de 40 años, lo que afecta la calidad y eficiencia productiva. Los altos costos operativos hacen inviable su funcionamiento.

2. Impacto del Mercado: La demanda de cerámicos fabricados en el Perú ha disminuido drásticamente desde mediados de 2023, agravada por la competencia de productos importados sin aranceles, especialmente de China e India. La entrada en producción de una fábrica de capitales chinos ha deteriorado los márgenes de rentabilidad.

3. Eficiencia Operativa: La paralización de líneas de producción en las plantas existentes y el exceso de personal operativo y administrativo generan costos fijos insostenibles.

4. Análisis Financiero: Los informes de los últimos años muestran una tendencia negativa en ingresos y utilidades, con un alto nivel de inventarios que impacta la liquidez. La reducción de costos operativos es crítica para la sostenibilidad de la empresa.

Y propone las siguientes acciones:

“1. Cierre de CELIMA 1: Se propone el cierre definitivo de esta planta debido a su ineficiencia económica. Las operaciones serán trasladadas a CELIMA 2 y CELIMA 3, que son más rentables.

2. Reducción de Personal: Se identificó un excedente de 119 trabajadores, que no pueden ser reubicados en otras plantas. Se prevé el cese de personal en CELIMA 2 y CELIMA 3 debido a la optimización de procesos productivos.

Primera conclusión: Celima no está en crisis

En todo este escrito, aunque con tono dramático se habla de “graves problemas” que han devenido en una situación de ineficiencia productiva y sobre stocks que afectan “drásticamente la rentabilidad de la empresa” y “ponen en riesgo” su futuro, a lo que se están refiriendo simplemente es a que hay una disminución de sus ganancias. Es decir, no hay una crisis con pérdidas que estén arrojando balances en rojo y generando endeudamiento. Celima goza de buena salud. Sus “problemas” son los mismos que enfrentan todas las empresas del país, unas más que otras. Pero con una enorme diferencia: Celima es una corporación con posicionamiento y dominio de mercado, con un patrimonio evaluado en más de 400 millones de dólares y que es visible por las plantas, maquinarias, terrenos y la red nacional de tiendas que posee, los que le garantizan respaldo financiero para revertir dicha situación, sin mayores “dificultades” ni dolores de cabeza como quedarse en la calle sin nada. Por tanto, en primer lugar y ante todo, hay que reconocer que estamos ante una burda política que pretende priorizar la ganancia al derecho al trabajo, y como tal debe ser denunciada.

Segunda conclusión: los “graves” problemas” que aduce son de su propia responsabilidad

Los “graves problemas” a que se refiere la empresa, se han originados en su propia salsa:

1) Dice: ha aparecido una nueva competencia. Porcelanato Latino es una nueva fábrica de origen chino instalada recientemente en Chilca (sur de Lima) con la misma capacidad productiva de Celima y con una producción de mejor calidad y a menor precio. Perfecto. Se cumplen las “leyes del mercado”. Esa empresa opera en las mismas condiciones y las mismas reglas de juego que lo hace Celima y hacen otros, como Cerámica San Lorenzo, y les gana la partida. Es incongruente, por decir lo menos, que mientras el actual modelo económico de libre mercado fomenta la competitividad, Celima, que es uno de sus grandes beneficiarios, se queje de ella. Toda empresa enfrenta competencias y es responsabilidad de la gerencia preverla y hacerle frente. Celima, como gran corporación que es, en lugar de enfocarse en aprovechar y mejorar sus ventajas, pretende subsanar sus déficits golpeando en el lado más débil: los trabajadores.   

2) Dice: también le afecta la creciente importación de cerámicos de la India que no paga “aranceles”. Es lo mismo. Celima exporta sin aranceles como otros países importan al país sin aranceles, en el marco de las políticas de libre mercado que ha suscrito el Estado y que los empresarios defienden porque también les proveen ganancias. Es decir, no hacen un reclamo sino se quejan de las mismas políticas que defienden. Valga aclarar que los trabajadores estamos en contra del neoliberalismo porque solo beneficia a unos cuantos (como la misma Celima), mientras mantiene en la pobreza al país y a los trabajadores, y estamos a favor de un modelo que de verdad industrialice, desarrolle al país y genere empleos de calidad. 

3) Dice: también que disminuyen las ventas por la contracción del mercado nacional, y que ésta no tiene solución en el corto plazo. Ante esto recordamos que son los mismos empresarios a través de la CONFIEP los que dictan las políticas económicas que se aplican, y que el gobierno que ellos apoyan y defienden es quien las implementa y conduce. Por tanto, una vez más, son ellos, no los trabajadores, los que tienen la responsabilidad de reactivar la economía nacional. Y no la van a reactivar despidiendo trabajadores, que también consumidores.

Se queja, entonces, de problemas generales en los que ellos mismos tienen responsabilidad. Pero al mismo tiempo hay que decir que no se trata de problemas graves que se solo se pueden resolver cesando masivamente a trabajadores, sino de problemas que se encuentran bajo su control y que puedan atender y resolver fácilmente.

Tercera conclusión: todo está dicho y montado para justificar despidos

En realidad, el estudio que presenta la empresa está hecho para sustentar como única salida los despidos. No puede ser de otro modo. Para eso ha pagado por él.

Como una primera solución, por ejemplo, plantea el cierre de la Planta 1 y la concentración de la producción en las plantas 2 y 3. Pero esta medida no es nada nuevo ni menos es forzado. Este cambio ya estaba previsto desde hace diez años atrás, cuando inició la construcción de la planta 3 en Punta Hermosa, que es una moderna megaplanta. Muchas otras empresas, como Coca Cola, también cerraron sus plantas antiguas de las áreas urbanas y se mudaron a la misma zona sin despedir a un solo trabajador. Pero ahora Celima exhibe este cambio ya planificado como pretexto para justificar los despidos que plantea.

Asimismo, mientras dice que concentrará personal en las plantas 3 y 2 al mismo tiempo plantea el despido de trabajadores de dichas plantas. Además, es visible para todos y una simple inspección puede identificar que en la planta 3 falta personal y que muchos trabajadores están siendo obligados a quedarse fuera de sus jornadas de trabajo, infligiéndoles desgaste físico y estrés. Sin embargo, varios trabajadores con puesto fijo de dicha planta han sido incluidos en el cese. 

Cuando se plantea reducir pérdidas disminuyendo personal, el informe trata de esconder burdamente un elefante bajo la alfombra. Los costos laborales de Celima tienen poca incidencia en el volumen de sus costos operativos totales; un hecho que fácilmente se puede verificar si la empresa publicara el detalle dicha información, y en el que podríamos hasta identificar verdaderas joyitas como los salarios onerosos de los gerentes, las dietas y gastos de directorio, los costos de gestión empresarial (el Grupo Enfoca se encarga de la gestión de Celima), los inmensos gastos en publicidad, etc. y muchos gastos superfluos más.

Solo realizando recortes en algunos o varios de estos ítems la empresa puede reducir considerablemente sus costos y mejorar sus márgenes operativos, sin necesidad de prescindir de ningún trabajador. Pero se enfoca solo en despedir, confirmando que este no es una necesidad sino un abuso.

En la misma línea el informe tampoco da ninguna cifra que demuestre consistentemente las dificultades que estarían enfrentando la empresa y las soluciones más globales que está proponiendo. No muestra planes de reorganización productiva, de renovación o innovación tecnológica, de estudios de mercado, de ajustes en sus principales gastos. Tampoco presenta datos precisos sobre el “ahorro” que le significaría aplicar los despidos y en qué medida contribuirían a mejorar sus costos.

Por último, ni siquiera cumple con los requisitos básicos que obliga la norma, tales como demostrar la excedencia de dicho personal, no evalúa otras opciones para evitar los despidos, como la reubicación o la reducción de jornada; y vulnera groseramente la libertad sindical y el fuero sindical, protegidos también por la ley, volviendo a incluir en su lista de despidos a todos los dirigentes y sindicalizados.

El trabajo primero que las ganancias

Además de todo lo dicho, la defensa de los trabajadores tiene varias alternativas para defender el trabajo. Entre ellas las siguientes:

a) Reubicación de trabajadores en la Planta 3, donde es vista la necesidad de mano de obra. Si no es suficiente, se puede reubicarlos a otras empresas del grupo corporativo.

b) Reducción de jornada de trabajo de 8 a 6 hrs., sin reducción de salarios, para dar cabida al personal supuestamente excedente.

c) Y ante las pérdidas, ineficiencias y problemas que se aducen, pueden demandar la apertura de toda la información contable y financiera de la empresa para los auditores de los trabajadores, para conocer su verdadera situación y proponer, sobre esa base, las medidas que garanticen la operatividad de la empresa sin afectar los derechos de los trabajadores.

Las verdaderas razones detrás de los despidos que se pretende

Si no existe verdadero sustento económico, jurídico ni real, ¿por qué entonces la empresa plantea el cese? En primer lugar, para Celima se liquidar o debilitar la organización sindical, que es la que defiende el aumento salarial, las mejores condiciones de trabajo, la seguridad y salud en el trabajo. Ellos mismos dicen: sin trabajo, se acabaron los derechos. Así, para enfrentar a su competencia, la empresa busca tener las manos libres para hacer tabla rasa de los derechos obreros e imponiendo políticas de trabajo esclavizantes. Así es como busca ganar “competitividad”: no con tecnología ni eficiencia, sino abusando de los trabajadores.

No es casual que en la lista de los 119, se incluya a la Junta Directiva en pleno, a los miembros del comité de lucha y activistas reconocidos, y que en su mayoría son trabajadores sindicalizados por muchos años, conscientes de sus derechos laborales. El cese o despido claramente está planteado contra ellos.

En segundo lugar, desde el punto de vista patronal, se trata de liquidar a la principal organización obrera que durante 20 años ha sido ejemplo de combatividad defendiendo los derechos obreros y ejemplo de solidaridad, desarrollando una política de clase, democrática, de autoorganización por la base y antiburocrática.

La lucha debe ganar

Por estas razones, la lucha de los trabajadores de Celima es plenamente justa. Por eso su indignación. Por eso su férrea pelea. Por eso mismo, la necesidad de reforzar el apoyo y solidaridad con su lucha, para que gane en su propósito de hacer respetar su derecho al trabajo, por encima del abuso patronal y su mezquindad que pretende sobreponer a ella la defensa de sus miserables ganancias.

En esta segunda etapa decisiva de su pelea, los trabajadores de Celima van a entregar toda su energía para demostrar en la mesa que les asiste la totalidad de la razón y luchando en la calle para defender esa razón.

Su lucha de hoy sigue siendo un ejemplo para toda la clase trabajadora de lo que hay que hacer para defender los derechos obreros ante la prepotencia patronal. Y su grito de “abajo la ley de ceses colectivos”, es un claro llamado a la lucha unida de la clase obrera para poner fin a este recurso de la que se valen los empresarios para seguir vulnerando los derechos de los trabajadores. Llamamos a renovar y ampliar la solidaridad con su lucha, y demandamos que la CGTP y federaciones obreras hagan suya su pelea preparando y llevando a cabo un paro nacional.

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