Por Mauricio Meka
La vida de los trabajadores y de los más pobres en este país sigue valiendo nada para este gobierno. La segunda ola alcanzó un nuevo récord, más de mil fallecidos por día, según Sinadef. Día a día cada quien enfrenta la pandemia como puede, jugando la vida como quien lanza una moneda al aire, mientras Sagasti se sigue escudando en ser un gobierno transitorio y los presidenciables no garantizan un cambio sustancial en la política genocida que se viene aplicando.
Impacto de la segunda ola
La cifra de muertos sobrepaso cualquier pronóstico catastrófico. Según Sinadef abril ha sido el mes con más fallecidos hasta el momento (25 mil decesos) superando el mes de marzo (22 mil). Hasta diciembre del 2020 se calculaban 94 mil fallecidos entre confirmados y con síntomas compatibles con el coronavirus; sin embargo 5 meses después la cifra se ha elevado a 172 mil muertos según los registros del Sinadef, es decir más 70 mil decesos solo en 5 meses, ese es el impacto real de la segunda ola. En tanto la cifra del Ministerio de Salud de fallecidos por covid es de 67 mil.
Frente a esto los expertos apuntan a que las variantes del virus (brasileña e inglesa) ha sido un factor importante en el aumento de muertes, al que hay que agregar la pésima gestión estatal y las campañas electorales. Por otro lado, el desfase entre los reportes del Minsa y el Sinadef, nos indica que muchas personas han fallecido en sus casas, sin recibir atención médica oportuna, o simplemente porque no encuentran una cama para hospitalizarse.
¿Solo falló el Estado?
Marzo había sido el peor mes desde que inicio la pandemia, ante eso Sagasti dijo en abril que: “la pandemia ha demostrado que como Estado hemos fallado”, debido a que no se aprovechó la bonanza económica para invertir en el sistema de salud y que ahora se ve los fatídicos resultados.
Lo que Sagasti no dirá, es que el fracaso del Estado para atender la pandemia es principalmente por el modelo económico y las políticas en beneficio de los grandes capitales. La privatización de la salud, que permitió la creación de grandes monopolios y por lo cual se elevaron los precios de las medicinas y de la atención médica, sumado al abandono de los diferentes gobiernos que desfinanciaron el sistema nacional de salud, y a la precarización del trabajo que nos lleva a tener cerca del 80% de la PEA en una situación de informalidad, son las verdaderas razones de esta catástrofe que estamos padeciendo hoy y por tanto el fracaso de este modelo económico.
¿Cuáles son las prioridades?
A lo dicho en el anterior párrafo hay que añadir que otra razón importante es que tanto para Vizcarra como Sagasti la prioridad no ha sido atender salud sino reactivación los negocios empresariales. Eso ha significado que la estrategia para enfrentar la pandemia fue y sigue siendo errónea como señalan los expertos. En ese sentido, las declaraciones del médico intensivista Jesús Valverde son contundentes: “No tenemos un sistema de atención primario que se enfoque en la detección temprana para grupos de riesgo o con comorbilidades o en el suministro oportuno de oxígeno. En un segundo nivel tampoco existe. A pesar de que ha pasado más de un año de pandemia, el sistema de salud aún no se ha reorganizado. No se ha creado ni reforzado una gestión piramidal, con una base ancha en un primer nivel de atención. No tenemos ninguna contención y eso genera que el tercer nivel colapse. Lo otro es que no tenemos suficiente recurso humano especializado en medicina intensiva”.
Tomar como prioridad la reactivación económica también ha significado relajar las restricciones de movilidad social, que permitían tener un mejor control y rastreo del virus. El mismo gobierno y la presión empresarial han bombardeado con su ideología “pro reactivación” la conciencia de los trabajadores y de los pobres. Aprovechándose de la necesidad de millones peruanos en situación de informalidad, que sobreviven solo trabajando el día a día, dinamitaron la cuarentena. Y con ello nos han hecho renunciar a la exigencia de bonos para poder quedarnos en casa y acabar con los contagios y muertes, y también nos han hecho normalizar la pandemia al permitir la reapertura de centros comerciales, gimnasios, restaurantes, etc., creando una falsa sensación de que la situación mejoraba y estaba controlada. En tanto no volvamos a una cuarentena estricta con bonos de acorde a la canasta básica familiar seguiremos enterrando y llorando a nuestros seres queridos.
Vacunación a paso de tortuga
Frente a la pésima gestión del gobierno, la única medida que podría inmunizarnos frente al virus sigue siendo la vacuna. El gobierno de Sagasti saca pecho frente al proceso de vacunación, y si bien ha disminuido la tasa de decesos en personas mayores de 70 años, lo cual sin dudas significa un alivio en relación a nuestros abuelos, el ritmo de vacunación sigue siendo deficiente.
Según Rodrigo Parra, ingeniero y analista de datos, para poder alcanzar a inmunizar a toda la población mayor de 18 años tendría que aplicarse 100 mil vacunas diarias, y aunque el ritmo de vacunación aumentó, sigue siendo poco, muy por debajo de ese promedio. La vacunación depende de la llegada de los lotes de vacunas.
Un plan alternativo a la masacre
En síntesis, hemos visto que el virus no afecta a todos por igual y que es necesario un plan alternativo que coloque como prioridad la vida de los trabajadores y los más pobres y no los intereses de los grandes capitales.
La necesidad de que esta terrible realidad cambie es urgente y no puede postergarse para 28 de julio con un nuevo gobierno, es ahora que necesitamos movilizarnos para conquistar nuestras demandas más urgentes.
RECUADRO
Promesas de Castillo y Fujimori
Las luces de los reflectores apuntan hacia un proceso electoral polarizado, dejando en segundo plano a la segunda ola de la pandemia que ha sido más terrible que la primera.
Durante la 1ra vuelta los presidenciables compartían dos cosas; su oposición a establecer cuarentenas y la necesidad de trabajar de la mano del sector empresarial para enfrentar la pandemia. Para esta segunda vuelta han desarrollado más sus propuestas en relación a este tema, no obstante, ambos planteamientos no garantizan un cambio sustancial de la masacre que vivimos.
¿Por qué?
En esta edición como en anteriores hemos procurado explicar las consecuencias de la aplicación del modelo económico neoliberal, tanto en el ámbito de la salud como en lo socio-laboral, así también hemos señalado a los gobiernos que lo aplicaron sin miramientos y con violencia ejercida desde el Estado. Y que la llegada del covid-19 ha desnudado las brechas sociales y estructurales que hay en el país producidas por estos elementos, generando hasta el momento el mayor registro de muertos en 200 años de vida republicana.
Entonces cuando Castillo nos dice en su “Plan Bicentenario” que no va a nacionalizar nada o que el impuesto a las sobreganancias está condicionado a un diálogo con los empresarios, debemos entender que realmente no cambiara el modelo económico y que sus propuestas de atención de la emergencia caerán en saco roto pues no hay forma de financiar cualquier medida de atención de la pandemia sin expropiarle a los empresarios las minas, las clínicas, las farmacéuticas, las plantas de oxígeno.
Y ni que hablar de Keiko, ella representa la garantía empresarial de la continuidad del modelo económico. Y es que Keiko es la heredera de quien iniciara el neoliberalismo en el Perú con métodos de terrorismo de Estado.