¿Qué es realmente la “lucha política”?

Por Víctor Montes

Con la convocatoria a elecciones generales por parte del gobierno asesino de Dina Boluarte, distintos personajes y organizaciones, algunas de las cuales se dicen del campo “popular” e incluso “de los trabajadores”, han iniciado una carrera frenética por construir “frentes electorales”, bajo el llamado a la ‘unidad’, y a pugnar por la conciencia y votos del pueblo.

Ahora llaman a las bases obreras a no limitar sus luchas al terreno económico, y a desarrollar una “lucha política”.

Sin embargo, para estas organizaciones, el término “lucha política” es solamente sinónimo de elecciones.Negando en los hechos lo que ha enseñado la historia del movimiento obrero: que no hay lucha política más importante que la acción directa, la movilización obrera y popular y, como máxima expresión de esa lucha, la huelga general.

Esto mismo demostró la lucha de los hermanos y hermanas del sur, que paralizaron sus ciudades y llegaron movilizados hasta Lima exigiendo la inmediata caída de Boluarte, el Congreso, y el llamado a elecciones inmediatas a una Asamblea Constituyente. Todas demandas políticas.

“Luchando” por un curul

Demostrar que para esas organizaciones (Partido Comunista – Unidad, Nuevo Perú, Ahora Nación, Partido de los Trabajadores y Emprendedores – PTE…) la lucha política solamente se entiende como participación en las elecciones, no resulta complicado, pues todo este tiempo no han impulsado la lucha por la caída inmediata del gobierno (una clara demanda política), y por el contrario, han convivido con él, a través de sus “mesas de trabajo” o “de diálogo”.

Por eso insistimos que su estrategia para desarrollar su “lucha política”, entiéndase, para llegar a tener el poder en sus manos, no está en el terreno de la movilización de las organizaciones obreras y populares (lo que llamamos, “acción directa”), ni de construir su poder alternativo.

Porque de haber puesto eje en la lucha sin cuartel contra el gobierno de Boluarte y el Congreso, desde el primer día, se hubiera concretado esa unidad de la que hablan, pero no para las elecciones, sino para derrotar y echarlos abajo.

Por el contrario, tras convivir dos años y meses con el gobierno asesino, ahora se lanzan a la carrera electoral, que es la forma en que conciben su victoria, sin las masas y su movilización.

Por eso, es ahora cuando comienzan a “hacer política”: llaman a reuniones, mesas de trabajo, eventos… hablan en los sindicatos, llaman a luchar “contra la dictadura”, etc.

Y claro está, buscan acuerdos hasta con el “diablo y su abuela” con tal de abrir una perspectiva para sus apetitos electorales. Por ejemplo, es sabido que los partidos antes mencionados (Nuevo Perú, Ahora Nación y el PTE), han llamado incluso al “Partido Morado” de Guzmán, un partido clara y abiertamente patronal, y a “Primero la gente” de Marisol Pérez Tello, ex congresista del corrupto PPK, para que sean parte de la alianza que pretenden conformar.

De ahí el enorme peligro de subordinar la acción directa de la clase obrera y el pueblo a la carrera electoral de estas organizaciones que negocian con las luchas un puesto en la lista congresal.

Adaptación y degeneración

Lamentablemente, la vida corrobora que esa lógica solo puede llevar a quienes la transitan a abandonar todo criterio de clase, para terminar en las garras del más despreciable oportunismo.

Basta mencionar a Edgar Tello, hasta hace unos años dirigente de innumerables huelgas del magisterio de San Juan de Miraflores, o la conocidísima Isabel Cortez, otrora consecuente luchadora del SITOBUR. Ambos, embarcados ahora en la bancada congresal de Podemos Perú, del corrupto José Luna, a la espera de un número en la lista parlamentaria de dicho partido en las próximas elecciones.

Y es que la llamada “democracia” de los patrones es una devoradora de conciencias y personas. El dinero del Estado corrompe a quienes no tienen una férrea convicción de clase y una organización consecuente, proletaria, que les controle y les recuerde día a día que nada bueno y perenne sacan los trabajadores, trabajadoras y el pueblo, de los Congresos y gobiernos, pues todo lo importante se ha conquistado luchando.

La acción directa en el timón de mando

De ahí que no sea correcto subordinar nuestras luchas a ninguna candidatura, lo que en los hechos significa convertirnos en furgón de cola de candidatos y candidatas oportunistas, que ofrecen el “oro y el moro” para ganar votos.

Por el contrario, una candidatura obrera revolucionaria, tendría el deber de utilizar los espacios electorales en la radio, televisión y redes sociales, para apoyar las luchas en curso, como la lucha contra los ceses colectivos, contra Tía María, o por el Gasoducto sur, haciendo un llamado permanente a incrementar y fortalecer la movilización contra el gobierno, por su caída inmediata, por cárcel y sanción para los responsables de los asesinatos por parte de la represión en el sur, y un largo etc.

¿Cómo luchar por el poder político?

Nuestra estrategia, es la de hacer política siempre, desde las luchas. Hacer política siempre y politizar a los trabajadores y trabajadoras, llamando a que discutan sus más sentidas demandas y las unifiquen en la lucha para enfrentar al gobierno de turno, para imponer un gobierno de las organizaciones obreras, campesinas y populares.

Esta tarea, que solo puede ser encarada por un partido obrero que junto a los pobres del campo y la ciudad levante un programa revolucionario, de lucha frontal contra los patrones, sus fuerzas represivas y contra su democracia podrida y corrupta, es la que nos definimos a tomar desde el Partido Socialista de los Trabajadores, por lo que iniciaremos, desde estas páginas, un debate abierto con esas organizaciones que se dicen “de izquierda” y que pretenden el voto obrero y popular, pero que defienden en los hechos (y ahora también en el discurso) la continuidad de la explotación patronal, y del saqueo de nuestros recursos a manos de las transnacionales de toda bandera y color.

Es contra esa concepción de “lucha política”, que revolucionarios como Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y el mismísimo Mariátegui se levantaron una y otra vez. Es esa la bandera que hoy levantamos nuevamente, desde el PST, de cara a los trabajadores y trabajadoras del país.

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