La marcha por el Orgullo LGTB+

Por Víctor Montes

El 28 de junio se conmemora, en el mundo, la revuelta de Stonewall (Nueva York – 1969). Revuelta que dio nacimiento al ‘Día del orgullo.’
El epicentro de este movimiento fue Stonewall Inn, un bar frecuentado por gente que, como se describió en su momento, “no tenía nada que perder”: jóvenes expulsados de sus casas por ser gays, travestis, transexuales y drag queens, muchas de ellas afroamericanas y latinas.
Aquella noche del 28 de junio, se realizó una redada policial dirigida a las personas LGBT+ que se encontraban bailando y disfrutando de la madrugada.
Durante cuatro días, una cantidad creciente de personas (lesbianas, gays, bisexuales y travestis, transexuales y transgénero), que llegaría a los miles, se enfrentaron a la represión policial. Tomaron las calles y levantaron barricadas en una verdadera rebelión contra la discriminación y violencia ejercida contra la comunidad LGBT+. Con su acción, se ganaron un lugar en el movimiento social y el derecho a conmemorar el orgullo de ser y vivir con libertad su sexualidad y su identidad, como cualquier persona.
Pero no fueron los ricos de Nueva York quienes salieron a las calles, aquel 28 de junio. No fueron los gerentes y empresarios o empresarias homosexuales quienes pusieron el pecho y el rostro a los garrotes policiales. Fueron los pobres y marginados de la sociedad. Los trabajadores y trabajadoras que debían esconder sus preferencias sexuales e identidades de género en los trabajos para sobrevivir, o, peor aún, quienes eran condenados a la prostitución, justamente por ser pobres y homosexuales.
En Lima, tuvo que pasar 43 años para que se convocara a una marcha por el Orgullo LGTB+. Y desde entonces, año a año la acción congrega a miles de personas que, siendo o no parte de la comunidad, entienden que la lucha por la igualdad de derechos, sin importar la opción sexual o la identidad de género, es uno de los pilares más elementales de la vida en democracia.
Sin embargo, esta democracia podrida se ha mostrado incapaz de garantizar dichos derechos para la población LGTB+, y mucho menos a la población obrera y pobre que hace parte de dicha comunidad.
Y menos aún, la democracia dirigida por Boluarte y el Congreso, que acaban de dar un salto de 40 años al incluir en el manual de enfermedades mentales a la población transgénero.
Por eso es importantísimo sumar la lucha de la población LGTB+ a la lucha contra el gobierno, y así mismo, se hace urgente darle un carácter de clase a la lucha de la comunidad LGTB+. Porque frente a la explotación y la pobreza, somos exactamente iguales. tenemos el derecho y la necesidad, de conquistar plena igualdad para todos, todas y todes.

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