Los días 24, 25 y 26 de febrero, el sindicato de Celima se movilizará nuevamente hacia el Ministerio de Trabajo para exigir el rechazo definitivo del segundo cese colectivo, declarado de manera abusiva por la empresa.
En estas fechas, los trabajadores cumplirán 200 días en las calles, sin salarios, pero con una determinación inquebrantable para defender su derecho más elemental: el derecho al trabajo. Junto con este, también luchan por sus derechos a la sindicalización, la negociación colectiva y la libertad sindical, todos vulnerados por la empresa.
La lucha de estos trabajadores nace de una convicción firme: están enfrentando un abuso. Muchos de ellos han dedicado más de 35 años de sus vidas a la empresa, contribuyendo a su crecimiento hasta convertirla en una corporación líder en el mercado nacional e internacional a cambio de un salario que raya en el límite de la pobreza, pero que representa el sustento de sus familias.
¿Y cuál ha sido su recompensa? Ser desechados como material descartable, de un momento a otro, causando un profundo daño a sus vidas y a las de sus seres queridos. Ellos sienten en carne propia lo que es una verdad: el capital no descansa en su búsqueda de ganancias, ni tiene consideración alguna por la dignidad humana.
Si la empresa enfrentara problemas reales, podría presentar argumentos válidos para discutir la permanencia de los puestos de trabajo. Aun así, los trabajadores defenderían sus derechos. Pero Celima goza de buena salud económica. Su verdadero objetivo con estos ceses colectivos es liquidar al sindicato y a su vanguardia combativa, para imponer un régimen laboral aún más explotador que le permita incrementar sus ganancias. De eso se trata esta historia.
En su demanda, la empresa no ha podido presentar un solo argumento sólido que justifique su medida. Sus balances muestran un crecimiento constante, con solo una ligera caída en el último año, pero aún se mantienen en números positivos.
Afirman tener un exceso de personal, pero en varias áreas de producción falta mano de obra, al punto de que muchos trabajadores son obligados a trabajar horas extras. De hecho, varios de los trabajadores en “cese” continúan laborando en la empresa.
Además, en el último año, Celima ya ha despedido a 300 trabajadores mediante diversos mecanismos. No sobran trabajadores en Celima; al contrario, faltan, y todos los que han sido incluidos en el “cese colectivo” son necesarios.
La empresa también actúa de manera torpe y abusiva en sus medidas antisindicales. La lista de “cesados” está llena de activistas sindicales y de trabajadores con enfermedades profesionales, muchas de ellas adquiridas en la misma fábrica. Queda claro que su objetivo es mantener solo a aquellos que no reclamen sus derechos, hasta que enfermen o vean mermada su capacidad laboral debido a la edad.
En un acto de despropósito, Celima aplicó un segundo cese colectivo después de que las autoridades rechazaran su primera solicitud, no quiere pagar los salarios devengados y ha retirado el pago de la Seguridad Social de los incluidos en el proceso de “cese colectivo”, dejando a los trabajadores y sus familias en grave riesgo, todo con el fin de forzar su renuncia.
En las reuniones convocadas por el Ministerio de Trabajo para tratar su solicitud de cese, la empresa envía representantes que no tienen conocimiento alguno de las operaciones de la compañía. Estos actúan como meros repetidores de los que la empresa le ha puesto en el papel, un papel echo por una consultora pagada por la misma empresa. No asisten Augusto Belmont, Pedro Menéndez, presidente y gerente general del grupo empresarial, o alguno de su equipo, porque no pueden justificar lo injustificable.
En estas reuniones, los representantes obreros han expuesto repetidamente las falsedades de la empresa, sin obtener respuestas concretas. Para Celima, todo esto es un simple trámite burocrático.
Esta situación es posible porque la ley lo permite, y porque el Ministerio de Trabajo no hace nada para evitarlo. Así ocurre en todos partes: existe el derecho a la huelga, pero las empresas lo vulneran designando a la mayoría de los trabajadores en puestos “indispensables”. Existe la negociación colectiva, pero las empresas no se sienten obligadas a cumplirla, menos aún bajo presión de huelga. Los ceses colectivos, que ya superan los 100 casos desde 2018, son otro ejemplo de este abuso. Recientemente, la empresa Owens-Illinois Perú se sumó a esta lista.
El problema no solo radica en el Ministerio, sino en las leyes permisivas que han sido diseñadas por los mismos empresarios y sus abogados. Y el gobierno y sus instituciones solo hacen cumplir estas leyes en contra de los trabajadores.
Por eso, la lucha del Sindicato de Celima es difícil: deben enfrentar un entramado legal e institucional diseñado para burlar los derechos laborales, derechos que solo existen en el papel.
Con razón, su consigna principal es: “Abajo la ley de ceses colectivos”. Las empresas usan estas leyes para abusar de los trabajadores, y en el caso de Celima, podrían consumar el cese colectivo.
Por ello, la lucha del Sindicato de Celima no es solo suya; es una lucha por los derechos de toda la clase trabajadora. Sus demandas son claras:
- Respeto irrestricto a los derechos laborales de trabajo estable, huelga, negociación colectiva, libertad sindical. Derogatoria de las leyes que permiten su vulneración, como la de ceses colectivos y suspensión perfecta.
- Castigo a los empresarios y empresas que pisotean estos derechos.
- Priorización de los derechos de los trabajadores sobre las ganancias capitalistas.
Por eso, no basta con solidarizarse con este sindicato combativo. Es necesario que toda la clase obrera se identifique con sus banderas y las haga propias. Además, es urgente que la CGTP y la FETRIMAP unifiquen las luchas de los trabajadores en un plan de lucha unitario y un paro nacional, para conquistar las reivindicaciones planteadas.
Por ello, llamamos a sumar fuerzas y banderas a la nueva jornada de lucha convocada por los compañeros de Celima los días 24, 25 y 26 de febrero, frente al Ministerio de Trabajo.
¡La clase obrera unida puede más!
¡Abajo la ley de ceses colectivos! ¡Ni un despido más!
¡Primero los derechos antes que las ganancias capitalistas!
¡CGTP-FETRIMAP: Plan de Lucha Unitario y Paro Nacional!