Por Víctor Montes
La prensa peruana, haciendo eco de la prensa internacional, nos habla de una supuesta “guerra entre Israel y Hamas”. Más aún, nos dice que la culpa de todo es de Hamas, por haber atacado “territorio israelí” y haber asesinado población inocente.
Lo que no cuenta, es la masacre que el Estado sionista de Israel viene llevando a cabo en Gaza (Palestina), y contra el pueblo palestino en general, no solo desde el 7 de octubre pasado, sino desde hace 75 años.
Esta pintura (falsa) que la prensa hace de lo que está ocurriendo en Palestina es clave para los intereses israelíes e imperialistas, que buscan justificar el genocidio que el Estado sionista de Israel está perpetrando y la expulsión total del pueblo palestino de Gaza y Cisjordania ocupada… Entonces ¿Qué es lo que realmente sucede en Palestina?
Una larga historia de ocupación y opresión contra el pueblo árabe palestino
Lo que viene ocurriendo en Palestina es un episodio más de una historia de 75 años de genocidio y expulsión de la población árabe palestina, así como del robo descarado de sus tierras y territorios por parte del Estado sionista de Israel. Como contrapartida, esta historia realza la heroica e incansable lucha del pueblo palestino por conquistar su libertad.
Sin embargo, la opresión del pueblo palestino comenzó antes. Hasta 1914, el territorio palestino, al igual que el de Siria, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, estaba ocupado y dominado por le Imperio Turco – Otomano. Tras la Primera Guerra Mundial, las potencias imperialistas triunfantes, particularmente Inglaterra y Francia, se repartieron el territorio del Imperio turco, sin tomar en cuenta el sentir ni los proyectos políticos del pueblo árabe en la región.
El objetivo del imperialismo inglés y francés era, en primer lugar, defender su posición dominante en el Canal de Suez, pero también, controlar las importantes reservas petroleras de la región y explotar a su población.
Palestina, entonces, quedó bajo el dominio de los británicos. Previendo las dificultades de mantener la ocupación de los territorios árabes tras la guerra, Inglaterra ideó, de la mano de las organizaciones judías sionistas, la colonización del cercano oriente con población judía europea. En tal sentido, en 1917, Inglaterra firmó la Declaración Balfour, en la que el imperialismo británico declaró formalmente su intención de apoyar la creación de un “hogar nacional judío” en Palestina.
Esto encendió la mecha de la lucha por la Independencia de pueblo palestino. Entre 1920 y 1935 tuvieron lugar varios motines y levantamientos en diversas ciudades como Jerusalén y Jaffa. Finalmente, en 1936 el pueblo palestino se levantó en armas contra el gobierno colonial inglés.
La gran revuelta de 1936
Tras una serie de enfrentamientos que terminaron en la muerte de dos colonos judíos, y cuatro palestinos en Jaffa, el 20 de abril de 1936 el pueblo palestino inició una huelga general. Las principales banderas de la huelga eran: terminar con la migración de colonos europeos judíos, prohibir la adquisición de tierras palestinas por parte de dichos colonos, y la formación de un gobierno árabe palestino.
Ante la situación, y aprovechando el levantamiento de la huelga en octubre del mismo año, el imperialismo inglés propone partir el territorio palestino para dar paso a dos entidades: una palestina y otra judía. Otorgando a esta última los territorios más fértiles del país.
El pueblo palestino se opuso a dicha propuesta, retomando la lucha en todo el territorio. Esta vez, la lucha ganó el apoyo de otros pueblos árabes. Así, se sumaron excombatientes de la “Gran revuelta siria” de 1925, y se produjeron multitudinarias manifestaciones de apoyo en Irak, Egipto y la propia Siria.
Los británicos respondieron declarando el estado de emergencia, y desataron una feroz represión contra el pueblo árabe palestino, condenando a muerte a los insurrectos. Para esto, trajeron unidades militares frescas desde Malta y del Reino Unido. Las fuerzas militares británicas – con el apoyo de las acciones de la organización paramilitar sionista “Haganá”, creada en la década de 1920– también multiplicaron las ejecuciones sumarias.
Cuando la revuelta fue sofocada (1939), habían sido asesinados 5.000 palestinos, 10.000 heridos y 5.697 fueron hechos prisioneros. Más del 10% de la población fue asesinada, herida, encarcelada, o debió partir al exilio.
La catástrofe (Nakba) palestina
Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, ahora primera potencia mundial, retomó el proyecto inglés de crear un enclave colonial de la mano del sionismo, dando impulso a la migración de colonos europeos judíos a Palestina.
Los horrores del holocausto judío perpetrado por el régimen nazi sirvieron de justificación ideológica para ganar apoyo a la colonización de Palestina.
En ese marco, en 1947, la ONU acuerda la partición del territorio palestino contra el sentir y voto de los pueblos árabes. El acuerdo otorgaba 54% del territorio a los colonos europeos judíos (33% de la población, incluída la franja agrícola), mientras que a la población Palestina, que constituía el 67% de la población, a penas el 45% del mismo.
Casi 6 meses después del acuerdo de la ONU, el 14 de mayo de 1948, los dirigentes sionistas autoproclamaron el nacimiento del Estado de Israel, y procedieron a la expulsión, mediante el asesinato, de la población palestina.
Solo en 1948, las milicias sionistas israelíes cometieron 70 masacres en los pueblos y ciudades palestinas, matando a más de 15 mil palestinos, hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos, obligando a casi 800 mil a huir más allá de las fronteras de Palestina.
Desde entonces, el pueblo palestino resiste con todos los medios que tiene a disposición, el sistemático robo de sus territorios y el genocidio al que han sido sometidos.
La ideología de los ocupantes: el sionismo
No entenderíamos la brutalidad con la que el Estado de Israel ha masacrado durante décadas al pueblo palestino, sin comprender las bases de su política: el sionismo.
El sionismo es un proyecto político, impulsado originalmente por la pequeña burguesía judía europea, como respuesta al ambiente de creciente odio contra la población que profesaba la fe judía durante el siglo XIX en Europa. Entonces, fuera del selecto grupo de empresarios judíos que habían logrado asimilarse a la gran burguesía de los países imperialistas, masas crecientes de obreros y obreras judías se sumaban al torrente revolucionario de los pueblos de Europa, y abrazaban el socialismo como salida a sus problemas.
La gran burguesía judía, temerosa del crecimiento del socialismo entre el proletariado judío, abrazó entonces las banderas del sionismo para dividir a la clase obrera judía de la que no lo era.
En pocas palabras, el sionismo es una ideología y programa político ultra-nacionalista y de carácter religioso, que propone que todos los males del “pueblo judío” tienen solución en el retorno a la “tierra prometida” por Dios, esto es, Palestina. Visto así, solo el “pueblo judío” tiene derecho sobre dichas tierras, aunque nos las habitara entonces, y solo ellos tendrían el derecho de vivir en ellas.
Para el sionismo, el “pueblo judío” es el “pueblo elegido por Dios”, y por tanto, es superior a los pueblos árabes. Esta ideología supremacista no se distancia, por tanto, de la que usaron todas las potencias coloniales en el pasado, y peor aún, de la que el nazi-fascismo utilizó para justificar la masacre de judíos, polacos y demás pueblos que consideraban “inferiores”.
Un enclave militar del imperialismo
Pero lo que realmente es el Estado de Israel, es un gran “portaviones” en medio del mundo árabe. Así lo definió en la década del 80 el secretario de Estado estadounidense, Alexander M. Haig, durante el gobierno de Ronald Reagan. Entonces dijo “Israel es el mayor portaaviones estadounidense, es insumergible, no lleva soldados estadounidenses y está ubicado en una región crítica para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Y no les falta razón: además de estar ubicado en el corazón del mundo árabe, con sus ricas reservas de petróleo, la población israelí se encuentra militarizada. Todos los ciudadanos y ciudadanas israelíes tienen que acudir al servicio militar desde los 18 años, incluidos aquellos que tienen doble nacionalidad. Los hombres, por un período mínimo es de 3 años, y 2 años para las mujeres. Luego quedan como reservistas hasta los 51 años, debiendo recibir formación adicional cuatro meses cada año. El gasto militar israelí ya bordea el 5% de su PBI.
Es por esto que la segunda partida de gasto militar de los Estados Unidos, después de sus propias Fuerzas Armadas, es la que año a año destina como apoyo al Estado sionista de Israel. Esto ha promediado, de 2009 a la fecha, unos 3 mil 800 millones de dólares anuales.
Sin embargo, solo desde el 7 de octubre, el Congreso estadounidense ha aprobado el envío de 14 mil 300 millones de dólares adicionales al Estado de Israel.
Y como si fuera poco, Estados Unidos dona dinero para llevar nuevos colonos a Israel. Solo en 2020, entregó 5 millones de dólares adicionales con tal objetivo.
75 años de resistencia heroica
Es esta historia la que no cuentan los medios de comunicación, concentrados en señalar las acciones de Hamas como responsables de la masacre en curso.
La verdad es que el pueblo árabe palestino ha adoptado diversas formas de organización y lucha en estos 75 años de rabioso accionar sionista.
La primera respuesta ante la autoproclamación del Estado sionista en 1948, vino de los países árabes, quienes le declararon la guerra. Derrotados en las guerras del 48-49, el 56 (guerra del Sinaí, donde Israel tuvo el apoyo de Inglaterra y Francia) y el 67 (“Guerra de los seis días”), las dirigencias laicas y nacionalistas de los estados árabes iniciaron un curso de capitulación a la ocupación sionista.
En paralelo a esta lucha, en 1964 se constituyó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Un frente de organizaciones palestinas bajo la dirección de Al-Fatah (Movimiento Nacional de Liberación Palestina), cuya cabeza visible era Yasser Arafat. Bajo la dirección laica de Fatah y la OLP, la resistencia palestina continuó mediante acciones guerrilleras y ataques selectivos. Su bandera era la existencia de un solo Estado palestino, laico, democrático, no racista, donde viva la población sin distinción de credos.
Para la década del 80, en medio de los cambios que se producían en el mundo, las dirigencias árabes avanzaron en su camino de capitulación al Estado sionista. Este mismo camino, comenzó a ser transitado por Arafat y Fatah. Esto llevó a que en 1987 estallara la primera intifada, respuesta de la juventud palestina que, piedras en mano, hizo frente a las fuerzas armadas de la ocupación. La primera intifada (1987 – 1993), nunca derrotada por la superioridad militar sionista, fue llevada al callejón sin salida de los “Acuerdos de Oslo”, donde la dirigencia de Fatah reconoció al EStado de Israel bajo la forma de la creación de dos Estados (uno árabe palestino, y el otro, israelí). La misma falsa propuesta que desde 1936 había sido rechazada una y otra vez por el pueblo palestino.
Entre 2000 y 2005 se desarrolló la segunda intifada. Y desde entonces, la ofensiva sionista contra el pueblo palestino no ha cesado. Gaza ha sido bloqueada y cercada. Cisjordania ocupada, constantemente sometida a la construcción de nuevas colonias sionistas. El pueblo palestino, arrojado a la miseria y a ser parias en su propia tierra.
Por una Palestina del río al mar
Por eso, las acciones del pasado 7 de octubre, que sacadas de contexto no parecen más que una acción terrorista, tal como la motejan los medios, es en realidad un acto de lucha de resistencia de un pueblo masacrado y oprimido al extremo por la ocupación sionista de sus territorios. Y por eso, esa lucha debe tener nuestro más absoluto e incondicional apoyo. Porque es la lucha de un pueblo entero por su libertad. Por su derecho a existir y gobernarse. Y por su derecho a volver del exilio.
Y somos claros: esta lucha solo puede triunfar con la destrucción del estado sionista, genocida y fascista de Israel. Como plantea Alejandro Iturbe en un reciente artículo publicado por la Liga Internacional de los Trabajadores (LITci), “…La destrucción del Estado de Israel y la recuperación del territorio palestino para su pueblo solo pueden conseguirse a través de una guerra llevada hasta el final…”. Y agrega, correctamente, “…Para derrotar militarmente a Israel y destruirlo, es necesario que sea atacado desde afuera “por todos los costados”. Es decir, desde la frontera de los países árabes limítrofes (Egipto, Líbano, Siria y Jordania) con el apoyo del conjunto de los pueblos árabes y musulmanes. La resistencia militar palestina debe ser una “chispa” que encienda la lucha revolucionaria y militar de los pueblos árabes contra Israel…”
Pero incluso esa acción por la destrucción del Estado sionista, de parte de los pueblos árabes de la región, debe ser rodeada de solidaridad activa. Esto es, de la movilización de los pueblos oprimidos de todo el mundo. De la clase trabajadora a escala mundial. Este es el llamado que hacemos también en nuestro país, para acabar con la barbarie sionista en Palestina. Por una sola Palestina, laica, democrática y no racista, desde el río hasta el mar.