Escribe Manuel Fernandez.
El 7 de agosto pasado comenzó el cese colectivo en Celima S.A. Desde entonces, el sindicato obrero se ha movilizado de manera incansable y combativa, llamando a la unidad de la clase trabajadora para enfrentar los despidos masivos y la ofensiva patronal, que se ha intensificado desde la instalación del gobierno de Dina Boluarte hace más de dos años.
Durante meses, el sindicato de Celima luchó casi en solitario, con el apoyo solidario de activistas y algunos grupos sindicales. Sin embargo, su perseverancia logró –ante el escándalo del segundo intento de cese que la empresa impulsó a fines de noviembre– que la FETRIMAP movilizara a sus bases los días 10 de diciembre y 8 de enero.
Pero el sindicato no se detuvo. Insistió en la necesidad de unificar fuerzas con la FETRIMAP y la CGTP mediante un Paro Nacional, convencido de que era la única forma de frenar el ataque patronal, agravado por el segundo cese. Junto a Celima también luchaban los sindicatos de Telefónica, de tiendas Ripley y otros que mantenían huelgas con pliegos sin resolver, reforzando la conciencia de que la unidad obrera es imprescindible.
El 13 de marzo marcó un punto de inflexión. Boluarte, acorralada por investigaciones judiciales y el avance de las protestas –que dejaron al descubierto su debilidad–, cedió parcialmente. En busca de apoyo, recibió a dirigentes sindicales en Palacio de Gobierno y permitió que las marchas se acercaran a su sede. Ese día, se realizó la movilización más grande desde 2023, con una fuerte presencia obrera y un clamor creciente: ¡Paro Nacional!
Otro hecho clave ocurrió el 20 de marzo: el quiebre de la alianza congresal que sostenía a Boluarte, con la censura a su ministro del Interior por su inacción ante la ola criminal, que cobró la vida del músico popular Paul Flores. La censura no calmó el descontento, que estalló al día siguiente en una gigantesca protesta obrera y popular, donde confluyeron sectores de clase media bajo una misma consigna: ¡Fuera Dina!
Desde entonces, las movilizaciones se han extendido: protestas en Topy Top, Ajeper, Backus; un paro regional en Cusco por la reactivación del Gasoducto Andino, y la resistencia en Tambo contra Tía María; todo lo cual mantiene en tensión a la macrorregión sur. Bajo la presión del sindicato de Celima, y ante la amenaza de la implementación del RIA (remuneración integral anual) por parte del Ministro de Trabajo, la FETRIMAP –que aún se resiste al Paro Nacional– convocó una nueva marcha el 3 de abril, movilizando a más de mil obreros de 30 bases sindicales.
En este nuevo escenario, la Federación Textil celebró un plenario el 5 de abril, acordando apoyar a Celima y convocar una movilización como paso hacia un Paro Nacional. Los transportistas realizaron un paro el 10 de abril y anuncian otro para el 14 y 15 de mayo, exigiendo acciones contra la inseguridad. Ese mismo día, la Federación de Construcción Civil demostró su fuerza sacando a más de 10 mil trabajadores a las calles.
En resumen: el agravamiento del ajuste patronal –ante la inestabilidad de la economía mundial amenazada de recesión por el efecto del gobierno Trump y sus medidas–, combinada con la absoluta crisis del gobierno incapaz de frenar la ola delictiva que afecta a las mayorías pobres, han dado impulso a una nueva oleada de luchas exigiendo soluciones, pero sobre todo exigiendo ¡Fuera Dina! En este nuevo escenario la clase obrera se muestra como una vanguardia con mucha fuerza y, sobre todo, potencialidad. En ella, el sindicato Celima se coloca como uno de los referentes máximos de la combatividad obrera.
La situación exige que las dirigencias sindicales convoquen ya un Paro Nacional Obrero y Popular, no solo por reivindicaciones laborales, sino para derrotar a un gobierno ilegítimo. Solo así se podrá revertir el cese en Celima –que ya cuenta con dos resoluciones favorables a la patronal–, derogar las leyes antiobreras y eliminar los regímenes laborales precarios, como el que sufren los textiles.
Hoy, el llamado al Paro Nacional, gritado desde las trincheras de los obreros de Celima, resuena en todo el país. Hay que exigirlo y prepararlo en cada base sindical, hasta empujar a las dirigencias de la FETRIMAP y la CGTP a colocarse al frente de esta tarea.