Por Manuel Fernandez, dirigente obrero del PST
La situación de calamidad que hay en el país producto de varias décadas de plan neoliberal, con un sistema de salud inservible cuando más se lo necesita, con la mayoría de la población en desempleo y, encima de eso, una patronal que ataca con despidos, ceses colectivos, suspensión perfecta, y hostilización sindical, plantea con urgencia una salida con un plan alternativo y una dirección obrera revolucionaria al frente.
La clase obrera enfrenta una verdadera tragedia sanitaria que ya cobró más de 190 mil vidas. Somos principalmente los trabajadores y el pueblo pobre quienes seguimos sufriendo por conseguir medicinas, oxígeno y atención médica oportuna, para salvar la vida de nuestros seres queridos, en medio del alza del costo de los alimentos básicos como el pan y el pollo, que constituye un nuevo ataque a nuestras condiciones de vida. Ataque que se suma al desempleo y los ceses colectivos impuestos antes y durante la pandemia en diversos centros laborales como Miyasato, Faber Castell, Unique, Trébol y Telefónica.
Tamaño ataque solo puede ser respondido con la lucha unificada de toda la clase trabajadora y el pueblo pobre, contra este gobierno, las patronales y su plan genocida de imponer las ganancias antes que la vida, la salud y el empleo. Una situación que empeora cada día más y exige respuesta ahora.
El camino nos lo enseña la lucha del pueblo hermano de Colombia, que han echado abajo el paquetazo del gobierno Duque con la fuerza de su movilización en las calles, y hoy continúa luchando por echar a un gobierno responsable de la brutal represión que enluta al pueblo colombiano en su justa lucha por mejores condiciones de vida.
Sin embargo, aquí los llamados a organizar dicha respuesta, lo que conocemos como dirección del movimiento obrero y popular, se encuentran de espaldas a esta necesidad. Y mientras seguimos padeciendo muertes y despidos, los dirigentes de las centrales sindicales en conjunto con la izquierda reformista nos llenan la cabeza de falsas ilusiones, planteándonos que, dentro del capitalismo, y votando por cual o tal candidato, es posible “cambiarlo todo”. Justamente en momentos cuando más necesitábamos luchar para enfrentar el genocidio al cual nos llevaba este gobierno y el sistema capitalista al cual representa.
Como si esto fuera poco asistimos a un proceso electoral en donde se deja en segundo plano la solución a los problemas urgentes. Ni si quiera se denuncia el genocidio en el que nos encontramos, mucho menos se levanta un programa de clase independiente y revolucionario con el objetivo de organizar la movilización y la lucha de los trabajadores contra los flagelos a la que nos han sometido.
Por el contrario, por un lado, encontramos a KF por quien se ha unido toda la patronal negrera y corrupta quienes para continuar con sus privilegios buscan poner orden y continuar con el modelo capitalista explotador, desplegando en los medios de comunicación visuales y escritos una feroz campaña contra el otro candidato PC basada en el terruqueo y miedo al comunismo y todo lo que sirva para que las familias obreras que son bombardeados a diario con esta millonaria campaña, acaben favoreciendo a KF y el poder patronal que representa.
En ese contexto, el voto por Castillo termina siendo la única herramienta electoral para rechazar a esa patronal corrupta y explotadora agrupada tras el Fujimorismo. Sin embargo, nadie puede garantizarnos, como clase obrera, que Castillo cumplirá con las medidas anunciadas. Más cuando semana a semana “blanquea” su programa para ser aceptado por un sector de la patronal.
Por ello la lucha estará planteada también luego de las elecciones, con independencia de quien gane. Porque lamentablemente el poder económico seguirá en manos de la clase patronal, y será imposible tener justicia social dentro de un sistema basado en la explotación y en el saqueo de nuestros recursos naturales.
Nuestro destino depende únicamente de nuestra lucha y de los propios trabajadores
A tremendo flagelo al que nos ha conducido este gobierno, sus partidos y el sistema capitalista corrupto que defienden, es preciso responder con una enorme lucha, en la perspectiva de una revolución socialista que expropie las riquezas de los que amasaron gigantescas ganancias a costa de la explotación de los trabajadores, así como nuestros recursos naturales, hoy en manos de enormes trasnacionales imperialistas, y que instaure una economía organizada de manera colectiva, controlada democráticamente por los trabajadores y volcada a satisfacer la salud, con medicinas y oxígeno gratuito para todos, con atención por igual en clínicas privadas, con empleo, educación y pensiones para todos. Una lucha necesaria para salvar la vida de nuestros hermanos ante la angurria patronal.
Solo la clase obrera al frente de toda la clase trabajadora podrá conducir a los explotados y los oprimidos a esta lucha y así resolver los grandes problemas que cargamos en medio de esta pandemia y construir un nuevo sistema social. Es el papel que tenemos como clase que produce toda la riqueza que existe.
Para esta tarea necesitamos empezar construyendo nuestra dirección, nuestro partido obrero y revolucionario que tiene como objetivo principal el fortalecimiento y la organización de la lucha de los trabajadores. Algo que como vemos está ausente en este contexto.
Un partido revolucionario que, de ser necesario, participe en los procesos electorales, pero que sea para difundir denunciar y señalar a los responsables del genocidio y de la catástrofe sanitaria en la que nos encontramos: el gobierno y la patronal. Que denuncie los abusos que se cometen a los trabajadores como despidos y recortes de derechos, y al mismo tiempo llame a organizar la lucha de la clase trabajadora. Es decir, subordinar los procesos electorales al fortalecimiento de las luchas y no al revés.
Así lo ha hecho en Chile nuestra compañera María Rivera, quien postuló y fue elegida en la “Lista del pueblo” en las elecciones para la Convención constituyente ganada en las calles por el hermano pueblo chileno.
Lo primero que hizo fue llamar a la movilización callejera y a organizar al paro nacional para exigir la libertad a los presos políticos sin condiciones, fuera Piñera y todos los corruptos, expropiación de las 10 familias más ricas de Chile para atender la emergencia sanitaria y denunciando los acuerdos de paz y el mismo proceso electoral como antidemocráticos porque no representan la voluntad del pueblo que luchó en las calles.
En ese camino ganar la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas y sus luchas para gobernar. Para ello es vital mantener nuestra total independencia política frente a sectores burgueses y reformistas que solo se acuerdan de los trabajadores cuando necesitan votos.
Necesitamos un partido que luche para unir a la clase y acabar con el capitalismo. El PST lucha para construir este tipo de partido obrero revolucionario. Te invitamos a ser parte de él.