Foto: Nadia Tremoulet – Teatro Roes
Por Profesora Clarita López
La covid-19, el desempleo y la violencia se nos presentan a diario, sobre todo nos golpea más fuerte si somos pobres, mujeres obreras y trabajadoras. La peor situación se vive en las fábricas; en el sector textil, donde se viene aplicando el cese colectivo a sus trabajadores (mayor porcentaje mujeres); en el rubro de alimentos como Molitallia que una semana antes del inicio de la pandemia había echado a la calle a más de 100 obreras; las de limpieza pública, donde las obreras ponen en peligro sus vidas, almorzando en los lugares donde recogen la basura, con gente tiradas en las calles y sin desinfectar, como Mesa Redonda o Paruro; sin que el alcalde les dé un lugar adecuado para el
almuerzo, con baño incluido.
Más de un millón de puestos de trabajo perdidos, y hasta con la suspensión perfecta de labores sin pago alguno quieren que sobrevivamos. Somos el 75% de trabajadoras informales, y nuestros compañeros, esposos, hijos que en muchos casos son el sostén del hogar también están sin ingresos (70% de informales).
Violaciones en cuarentena
Mientras pasan los días, y muchas estamos en casa, uno por el aislamiento social y dos porque nos quedamos sin trabajo; creemos que la casa es el refugio, el lugar donde podemos sentirnos seguras, la realidad nos muestra todo lo contario, en algunos casos estamos en la boca del lobo. Solo en el día 17 de cuarentena ya había 43 denuncias por violación, entre ellas 27 niñas, comparado con el 2019, esto es 39% más de violencia contra la mujer. Para el 28 de abril, según el MIMP, 21 mil llamadas a la línea 100, 162 violaciones, 32 feminicidios, 120 casos de tentativa de feminicidio.
Los planes para combatir esta problemática son mínimos y los presupuestos aún más. Por ejemplo, los hogares refugio a nivel nacional solo son 14, estos no representan ayuda ni para la mitad de las agredidas y respecto a las denuncias, los horarios de inmovilización social obligatoria no incluye a los casos excepcionales de violencia contra la mujer.
El aislamiento social se convierte en una cárcel para muchas, pero con ningún refugio disponible.
Cuando se le pregunta al gobierno de Vizcarra sobre el tema, este dice que ya se están implementando algunos mecanismos de defensa para estos sectores vulnerables, menciona a la línea 100, línea que la misma congresista Arlette Contreras ha dicho que son insuficientes. “Lamento decir que el Ministerio de la Mujer no está haciendo un buen trabajo, varias casos llegan a mi despacho quejándose de la pésima atención por parte de los Centros de Emergencia Mujer o de la Línea 100”.
La desigualdad continúa…
Muchos preguntan cómo puede suceder esto, y la verdad son varios factores, aquí mencionaré algunos:
- La desigualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo en el sector servicios el 44% que han perdido su empleo son mujeres, mientras el 37% son hombres. Ambos son golpeados por los despidos, pero en mayor cantidad las mujeres, seguimos siendo el primer blanco de esos ataques. La suspensión perfecta de labores también nos deja sin ninguna reserva para enfrentar esta pandemia. En el sector comercio somos el 26%, mientras nuestros compañeros son el 13% suspendido.
- Las ideas machistas que presenta a la mujer como ser inferior, sensible, débil y como las responsables únicas de las tareas domésticas, por ende se triplican las tareas del hogar, el cuidado de niños, ancianos y enfermos, sabiendo que esto no es remunerado. Dando como consecuencia la dependencia económica y emocional, agotamiento por la doble jornada, estrés y los trastornos alimenticios.
- Las políticas del gobierno, como los decretos que atacan los derechos laborales, como el 038-2020 que avala la suspensión perfecta, o el 011-2020 que perfecciona esta norma; los ceses colectivos que vienen dejando en la calle a cientos de trabajadores, desde el 2018.
¿Cómo enfrentar esta situación?
Tenemos diversos ejemplos, como lo son las obreras del Sitobur que exigen medidas de seguridad en el trabajo y estabilidad laboral con su pase a planilla. Como las obreras de Molitalia que se paran al frente de la fábrica, en un plantón y denuncian los despidos, como las enfermeras del Loayza, Vitarte, del Niño, que exigen con carteles en la puerta de los hospitales implementos básicos de seguridad, trabajo con contratos seguros y sus sueldos.
Necesitamos más albergues, trabajo seguro, normas y leyes que condenen los casos de violaciones, tentativas y feminicidios.
Sin luchas no hay victorias, por eso el plan alternativo contra la violencia a la mujer, los despidos de las patronales, el gobierno que no invierte y avala los despidos, no puede estar desligado de un plan nacional obrero y popular, las mujeres y hombres trabajadores debemos unirnos y exigir una solución de fondo a estos problemas en la perspectiva de un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo pobre.